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El regalo sorpresa
La noche previa a mi cumpleaños número siete me fui a la cama con una cierta tristeza en mi corazón. Mi familia estaba en una complicada situación económica y las fiestas, regalos o pasteles de cumpleaños estaban fuera del alcance y de mis sueños.
A la mañana siguiente mi mamá me despertó con mil besos y me dijo que me tenía una sorpresa: Ella había ahorrado una pequeña suma, mínima cantidad de dinero para comprarme un regalo.Esa confesión, aunque era pequeña, significó para mí un motivo de inmensa felicidad.
De inmediato me levanté de la cama y me alisté para salir. Recuerdo cómo su mirada también cambió. Era como si esa pequeña victoria nos hubiera vuelto poderosas.
Recuerdo caminar de su mano por las calles de aquel popular barrio de Medellín, en mi mente imaginaba comprando el regalo perfecto de cumpleaños. Llegamos al supermercado (lugar de la anhelada compra).
Buscando el regalo de cumpleaños
Recorrimos los pasillos sin afán, como detenidas en el tiempo y de la realidad, buscando ese objeto que pronto se convertiría en mi regalo ideal.
Cuando pasábamos por la sección de belleza, los ojos de mamá se iluminaron, era como si de pronto muchos recuerdos hubieran invadido su mente.
Nos detuvimos frente a una cajita blanca con pequeñas flores azules y rosadas y me dijo: ‘Amor, ese es el perfume que yo usaba cuando tenía tu edad’. Esa frase fue la clave para saber que este era mi regalo ideal, primero porque quería parecerme a ella y segundo, porque habría hecho cualquier cosa para mantener en su rostro esa expresión de felicidad.
Lo que sucedió después fue lo que hizo este día inolvidable. Mi mamá tomó la cajita con sus manos y cuando se disponía a entregársela, se abrió por debajo y el frasquito se salió. Lo vi caer hasta estrellarse contra el piso y romperse en pedacitos.
Y mientras un aroma a flores invadía todo el espacio, la mirada de mi madre se transformaba y la sonrisa inmortalizada en mi corazón minutos antes, se convirtió en tristeza.
De pronto se acercó a nosotras un empleado del almacén para decirnos que debíamos pagar por el producto roto.
Luego de depositar en la caja el dinero para mi regalo ideal, salimos del almacén con las manos vacías.
Un poco más mujer
Recorrimos el mismo camino que nos había traído hasta allí, pero esta vez un silencio profundo nos rodeó , y mientras caminaba de la mano de mi mamá podía sentir su tristeza, su frustración porque sentía que no había podido hacerme feliz en mi cumpleaños y que seguramente yo estaría destrozada.
Pero lo que ella tal vez nunca supo y que creo que hasta hoy lo leerá en este texto, es que yo solo podía pensar en que habría hecho cualquier cosa para devolverle la felicidad.
Ese día comprendí que había dejado de ser un poco niña y estaba empezando a convertirme un poco en mujer.
Si te gustó este contenido, te invitamos a leer Carta a Beatriz un misiva que narra el adiós y la gratitud con ese ser que ya partió.
¿Quieres más inspiración? Este podcast Recordando a Lolo narra otra historia de mi vida, otro suceso lleno de amor y nostalgia.
cristina morales
Periodista, ilustradora, creadora digital
Comunicadora social y periodista, con más de 15 años de trabajo en medios impresos del país. Creadora de la marca Maria Perfecta.